la Hoja en Blanco

23 junio, 2011

Las cartas al Coronel. Ideas revoloteantes.

Filed under: Las cartas al Coronel — José Armando Alonso Arenas @ 1:06 pm
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SERIE DE HOMENAJE A LAS PERSONAS QUE ESCRIBEN EN LA HOJA EN BLANCO. (No sé, Atenea, si los dos veamos en el mismo punto la justicia, pero es algo que admiro en ti y a la que espero aproximarme, aunque sea un poquito, por medio de este texto).

Ideas revoloteantes, como las mariposas en el estómago. Para el amor no hay edad. Para el estupro sí.

Ella tiene como 23 años, pero aún es una niña, la tratan como niña. Él tiene 82 y no requiere viagra. Y aunque el amor no tiene edad, ahí no hay amor.

Estupro. La Real Academia Española lo define, en términos de Derecho, como el «acceso carnal con persona mayor de 12 años y menor de 16, conseguido con engaño»: yo pienso en grande, López Obrador es un peligro para México, el PRI sí sabe gobernar, así sí gana la gente. Engaño.

Ella tiene ya unos 23 añitos, pero quieren que le hable a los adultos de «usted», no tiene permiso de ir de viaje, no puede tener novio; aunque el sexo periódico es de a huevo: vas a vivir mejor, te vamos a ayudar por ser madre soltera, vota por tal partido; le dicen. Ideas revoloteantes, y nada que aterrice.

Él tiene 82 años, ella unos 23. Para el amor no hay edad, pero ahí no hay amor. Según él, el próximo verano se nos casan. Según él, ella sí va a quererlo. Según él, ella ya ha perdonado que la hayan abusado cuando era una chiquita.

Estupro: «acceso carnal con persona mayor de 12 años y menor de 16, conseguido con engaño». Pero ella tendrá ya 24, nadie juzgará a nadie. A menos que alguien diga que es tráfico de blancas.

¡Tan joven y tan muerta! ¡Pobre Ciudadanía!

Por los que olvidamos ingratamente el primer signo de interrogación por escribir sobre nosotros mismos.

Filed under: mmm [sonido de que pienso] — cuadrito @ 12:04 am

[casa deshabitada en el sur histórico de Ámsterdam y rehabitada por activistas universitarios. En la entrada, un refugiado mapuche habla con estudiantes que también veían de ese lado el Pacífico. En el fondo, se prepara una banda en vivo. En el pasillo, se continúa la conversación que detonó la conferencia de regionalismos alternativos, la añorada horizontalidad norte-sur y el español apócrifo se adueña de la atmósfera. Cuatro personas esperan justo afuerita sentados en la banqueta de la calle que es un canal con pequeñas lanchas y botes amarrados a sus orillas. Son las 9 PM y el sol brilla, reflejándose en la superficie del agua y calentando doblemente sus caras. Esperan. El último tren a Maastricht sale en una hora. Bien podrían caminar hacia la estación en ese mismo instante. Pero esperan y les gustaría que la banda comenzara a tocar de una vez]

No perdamos tiempo.
El mañana está muy lejos y el ayer así me deja un sabor a repulsión de mis vicios, de mis omisiones, de los azares que no esperaba que me tocaran. El hoy nos puede salvar. Más bien, podemos salvar a hoy.
Por algo de la noche a la mañana el tren nos llevó gratis a Ámsterdam.
Por algo el sol decidió brillar ese día cuando nos sentamos a comer junto a la aquósfera por la que conducen esos botes que hacen de una capital querer disfrutar su vida misma. Por eso hubiéramos aprovechado. Tomábamos un bote y nos íbamos a la mierda.
Por qué regresar cuando hay que correr en medio de la noche?
Por qué si ellos están borrachos, felices, en ese bote por esos canales y not giving a shit de complacer a nadie?
Por qué regresar a decepcionar gente elegante? Bueno yo, ustedes claro que no pero vengan conmigo y no regresemos.
Por qué regresar para darle tiempo a lo que te enferma y quitarle a lo que te revive?
Por qué regresar si vamos a fingir que podemos darle una microreparada al mundo sin ensuciarnos las manos o cuestionar?
Por qué regresar si hemos envejecido? …Si he envejecido?
Lástima que no hay un puente directo que nos lleve al verdadero inicio.
Al que está más lejos aunque sea lo que llama más a la sed de mis ojos.
Y qué si no regresara? Y qué si nunca hubiera venido?
Ya fuera este canalcito el océano atlántico.
Hace nueve meses esperé horas bajo el sol y arrastrando decididamente sueños para llegar ahí, pase lo que pase. Sola. No importaba si nadie me esperó.
Hoy, sin ninguna carga esta vez que me impida caminar ligeramente, es lo último que haría y sin embargo, lo que sé que finalmente haré.
Siempre hay de por medio un tren o dos, depende de la hora.
Por qué regresar a esa ciudad perfecta donde el gobierno limpia por tí, donde los aparadores de diseñador permanecen abiertos en tu mismo vecindario cuando quieres simplemente ir a olvidarte del mundo?
…cuando estabas aquí para dejar de vivir por los protocolos de los demás?
No, aún podemos quedarnos otra media hora. No regresemos ahora.
No se ve el paisaje cuando viajas de noche.
La luz del tren se refleja en las ventanas.
Dónde estamos?
Esta ciudad parece más linda. Si nos bajáramos acá. No, no es tan linda.
Por qué aquí son iguales todas las casas?
Dime cómo regresar y no a la vez.
Tendré que decírmelo yo.
O abrirme los ojos hacia otro lado.
Ya vamos a llegar, al salir del vagón hará frío.
Tal vez no sé muy bien por dónde he venido caminando.
Cómo desatarse?
Cómo desempolvar y reusar los sueños que te arrepentiste de cargar apretados, que querías vender por segunda mano?
Recuerdas lo mágico que era inclinarse sobre el puente al principio? Como si nada pudiera pasarle a nadie.
Anotaste el día en que te empezaste a resignar? Yo no. Ni cuando arrumbé los sueños ni cuando dejé de sorprenderme.
Qué podremos cambiar?
Aquí recojo los pedacitos que descuidé, guardo los que pude encontrar y tengo que ver cómo los armo para que mis ojos se sostengan.
Tal vez mañana vea distinto si los acomodo bien. No te apures, aquí traigo la llave. Ya es la una de la mañana. Salvaremos hoy?

19 junio, 2011

onírico. (bologna I/II)

Filed under: Avioncitos de papel — @hugocervantes @ 12:20 am
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«Penn Station, Baltimore, Sunday afternoon» – Seth Sawyers

16 junio, 2011

Las cartas al Coronel. Momentos expuestos.

Filed under: Las cartas al Coronel — José Armando Alonso Arenas @ 10:15 am
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SERIE DE TRIBUTO A QUIENES ESCRIBEN EN LA HOJA EN BLANCO

Querida chica de los pies sobre la alfombra:
pasa rápido, pero no sonrías.
Como tanta contraluz no es buena en una foto,
habrás de no despegar los labios.

No vayas a los flashes,
no le digas a México que lo amas.

Tus garabatos que simulan
ser
tu
nombre
en vírgenes réplicas limpias de ti misma
irían mejor en una lata de miradas
rayada por los labios
de otras.

¿Qué otra forma hay de decirlo?

Querida chica de los pies sobre lo rojo:
los átomos de alfombra se extienden frente a ti,
detrás de ti,
debajo de ti como los labios pintados
de una anciana exhuberante
que va a misa
y confiesa travesuras de cinturas
que hace tantos famosos apagados
no le quedan.
Y tú… ¡tú con los eclipses que cargan tus ilíacos!

Mas ponte bloqueador para los flashes,
no vayas, con tanto guiño de ojo,
a pescar algún fotoblanqueo.

Querida chica de los pies sobre la alfombra,
hoy no firmes portadas de discos de otros años
y camina de frente.
Yo esperaré que pases
              para inmortalizarte.
                            Para inmortalizarte
                                             no falta que sonrías,
al menos no conmigo;
como tanta contraluz no sería buena en una foto,
¡escóndeme esos dientes!,
¡ocúltame tus labios!
Ahí en el cuello.

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